PRIMERA TEMPORADA


SEXTO CAPÍTULO


Daniel Alcides Carrión, el 27 de agosto de 1885.
“…y si muero, qué importa el sacrificio de una vida si esto presta un servicio a la humanidad.”

Hola, te saluda Luis Enrique Cam.

Daniel Alcides Carrión García nació el 13 de agosto de 1857. Fue oriundo de Cerro de Pasco. Desde niño tuvo inclinación por la medicina. Sin embargo, su anhelo para convertirse en médico fue puesto a prueba en los difíciles exámenes de ingreso a la Escuela de San Fernando de la Universidad Mayor de San Marcos.

TEODORO: - No entiendo tu angustia Daniel. Nunca había visto estudiar tanto a un ser humano como lo has hecho tú en todo este verano.

DANIEL: - Teodoro, los postulantes demoran en promedio cuatro años para ingresar a San Fernando y éste es recién mi segundo intento. Tengo suficientes motivos para estar preocupado.

TEODORO: - Ánimo hermano, cuando superaste los exámenes en el Guadalupe dijiste que podías superar cualquier cosa.

DANIEL: - Una frase atrevida merced a mi escasa experiencia. Y ya ves que pasó el año pasado cuando reprobé los exámenes de ingreso. Comprende que los mejores estudiantes del país intentan estudiar en San Fernando. Por eso la competencia es muy dura.

TEODORO: - No tanta como tu cabeza hermano (risas y abrazos). Mira si no ingresas, sabes que siempre puedes regresar con nosotros a Pasco a echar una mano en los negocios de la familia.

DANIEL: - Vine a Lima para convertirme en médico como mi padre. Estoy seguro que desde el cielo intercede por mí.

TEODORO: - Claro que sí hermano. Bueno, llegamos a la estación final. Mira, la iglesia de Desamparados se ve remozada.

DANIEL: - Bajemos pronto que ya voy contra el reloj.

CANILLITA: “El Comercio” “El Comercio” diplomático Lavalle llega a Santiago para evitar la guerra con Chile, ¡¡diez centavos!!

TEODORO: - Niño dame un ejemplar.

CANILLITA: - “La opinión nacional” “La Opinión Nacional” Inminente guerra con Chile, ¡diez centavos!

TRANSEÚNTE: -¡Oh! Niño, dame un ejemplar.

CANILLITA: - Aquí tiene Caballero.

TEODORO: - La suerte está echada a tu favor Daniel. Nos encontramos en la noche en el bar del hotel Maury para celebrar tu ingreso…

DANIEL: - Dios te oiga querido hermano.

El empeño de Carrión fue recompensado. Fue admitido en la prestigiosa Facultad de Medicina el 5 de abril de 1879, el mismo día en que el gobierno de Chile le declaró la guerra al Perú.

Desde el primer año de estudios en San Fernando, Carrión dedicó especial atención al estudio de la fiebre de La Oroya y a la llamada verruga peruana. Dolencias que ya había conocido de cerca en los pobladores de su Pasco natal.

Durante la guerra con Chile, Carrión se incorporó al ejército como practicante médico. Atendió a centenares de heridos en los hospitales San Bartolomé y Dos de Mayo.

ENFERMO: - “Médico, ayuda”

DANIEL: - Cojan esta camilla y llévenlo al hospital de sangre.

ENFERMERO: - Ya no hay camas disponibles allí.

DANIEL: - Utilicen el jardín central como sala de campaña.

ENFERMERO: - Allá vamos.

Terminada la guerra Daniel Alcides Carrión continuó con sus estudios y prácticas en el Hospital Dos de Mayo.

DANIEL: - ¿Cómo sigue don Miguel?

DON MIGUEL: - Mucho mejor doctor, la fiebre que tenía desde que llegué de La Oroya, ha desaparecido.

DANIEL: - Enhorabuena don Miguel. Vamos a seguir observando los otros síntomas. Ahora, tome todo su desayuno que llenando la barriga, la pena se mitiga.

DON MIGUEL: - Ay mi doctor.

El joven sanmarquino llevó con minuciosidad el curso clínico de los pacientes con verruga que llegaban al hospital y no dejó de revisar la reducida literatura médica disponible sobre aquella enfermedad.

MARIANO: - ¿Terminaste la redacción de la monografía, Daniel?

DANIEL: - Acabo de recibir la aprobación del Dr. Chávez para publicarla.

MARIANO: - ¡Esa sí que es una buena noticia colega! ¡Felicitaciones! ¿Cómo la vas a titular?

DANIEL: - “Apuntes sobre la verruga peruana”

MARIANO: - Caramba que modestia. Yo la hubiera titulado “TRATADO DE UNA ANCESTRAL ENFERMEDAD”

DANIEL: - Bueno, Mariano, “tratado” sería una expresión muy pretenciosa para una enfermedad de la que apenas conocemos los síntomas.

A pesar de su dedicación, Carrión no pudo encontrar una respuesta clara para el diagnóstico diferencial entre la verruga peruana y la fiebre de la Oroya.

Cuando cursaba el sexto año de estudios, Carrión optó por un método de estudio científico vigente en su época: la auto inoculación de la sustancia patógena.

El objetivo de este método era dejar constancia detallada de los signos y síntomas del curso de la enfermedad para luego encontrar un tratamiento eficaz.

El 27 de agosto de 1885, como todos los días, el joven practicante de medicina se dirigió al Hospital 2 de mayo.

DANIEL: - Mariano, buenos días. ¿Has visto al doctor Evaristo Chávez?

MARIANO: - Está pasando visita médica en la sala de Nuestra Señora de las Mercedes.

DANIEL: - Gracias. Voy para allá.

DANIEL: - Dr. Chávez buenos días.

DR. CHÁVEZ: - Carrión qué bueno verle. Justo tenía un encargo para usted.

DANIEL: - Con gusto doctor Chávez, pero antes quería hacerle una solicitud.

DR. CHÁVEZ: - Por supuesto Carrión. Lo escucho.

DANIEL: - Después de haber estudiado todo lo posible sobre las complicaciones de la verruga peruana veo necesario investigar los síntomas iniciales y esto solo es posible si llevamos un registro desde el día cero del contagio.

DR. CHÁVEZ: - En efecto ese sería el escenario ideal, pero ¿cómo encontrará al paciente en el día cero de su contagio?

DANIEL: - He decido auto inocularme el patógeno.

DR. CHÁVEZ: - CARRIÓN, eso sería ENTRAR A LA BOCA DEL LOBO.

DANIEL: - Dr. Chávez: es la única forma de estar seguros del inicio exacto de los síntomas. Al detectar la enfermedad a tiempo, podremos salvar muchas vidas.

DR. CHÁVEZ: - Carrión admiro su valentía. Pero ese procedimiento es muy riesgoso para su vida y usted lo sabe bien. Después de la desgracia de la guerra, con tantas personas heridas y enfermas, lo que más necesitamos son médicos. Solo le falta un año para graduarse.

DANIEL: - “¿Qué peligros puedo correr?, lo más que puede suceder es que tenga lugar una erupción interna; pero algo hay que hacer, y si muero, que importa el sacrificio de mi existencia, si con esto presto un servicio importante a la humanidad doliente”.

El Dr. Chávez accedió a la insistente solicitud de Carrión y le inoculó sangre extraída de un tumor verrugoso de un paciente. A los veinte minutos de haber sido inoculado Carrión anotó en su libreta:

DANIEL: “Empieza a manifestarse algunos síntomas locales.”

Carrión siguió haciendo su vida normal, pero a las tres semanas, pasado el tiempo de incubación, empezaron a manifestarse los síntomas graves: calambres, fiebre, escalofríos, dolor general del cuerpo.

Alojado en la casa de su madrina en la calle Púlpitos, actual cuadra nueve del jirón Paruro, Carrión no permitió que ningún compañero de estudios lo visitara para evitar cualquier contagio.

MADRINA: - Daniel trata de dormir para que te recuperes pronto.

DANIEL: - MADRINA prefiero mantenerme en vigilia para apuntar cualquier signo extraño que aparezca en mi cuerpo.

MADRINA: - Muchacho, pero si apenas puedes moverte…y la fiebre te sube cada vez más.

DANIEL: - Tengo mucha sed.

MADRINA: Toma, trata de beber un poco de agua de manzanilla.

Para el 22 de septiembre, su piel se torna amarillenta y le aparecen puntos rojos en el cuerpo por la debilidad de los vasos sanguíneos. Es internado en el hospital 2 de mayo con síntomas de anemia aguda.

Postrado en estado grave es atendido por sus compañeros del hospital: Mariano Alcedán, Casimiro Medina, Enrique Mestanza, y Julián Arce quienes lo atienen con delicadeza extrema.

El 2 de octubre, Carrión llega a decir a uno de sus amigos:

DANIEL: - “Ahora me encuentro firmemente persuadido de que estoy atacado por la fiebre que atacó a nuestro amigo Orihuela, he aquí la prueba palpable de que la fiebre de la Oroya y la verruga tienen el mismo origen.”

Efectivamente. En los apuntes de su historia clínica, Carrión demostró que la fiebre de la Oroya y la verruga peruana eran dos fases de la misma enfermedad. Este fue su gran aporte al conocimiento científico de su época.

MARIANO: - Daniel te tendremos que trasladar al hospital Frances para que te puedan hacer una transfusión de sangre.

DANIEL: - “Aún no me he muerto, amigo mío, ahora les toca a ustedes terminar la obra ya comenzada, siguiendo el camino que les he trazado.”

Por el mal estado general de su salud, la transfusión no se pudo llevar a cabo.

Antes de morir CARRIÓN padeció cuadros de delirio. A su amigo Enrique Mestanza le llegó a decir:

DANIEL: - “Enrique, esto se acabó, es el fin.”

El joven pasqueño murió a las 11:30 de la noche del 5 de octubre de 1885 a la edad de 28 años. Fu enterrado en el cementerio Presbítero Maestro.

Daniel Alcides Carrión encarnó los valores de entrega, compromiso y servicio abnegado a los pacientes que todo médico debe de practicar.

En la fecha de su fallecimiento se conmemora el “Día de la Medicina” en el Perú.

Soy Luis Enrique Cam y esto fue DICHO EN EL PERÚ, encuentra otros episodios en www.dichoenelperu.pe o síguenos en SPOTIFY.

“…y si muero, qué importa el sacrificio de una vida si esto presta un servicio a la humanidad”

Créditos

Guion y dirección: Luis Enrique Cam

Caracterizaciones: Cristóbal Paz y Oswaldo Álvarez

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