SEGUNDA TEMPORADA
SÉPTIMO CAPÍTULO
Andrés Avelino Cáceres al emisario chileno Diego Armstrong en junio de 1884.
“Mientras me quede un hombre con su rejón, flameará en alguna puna el pabellón nacional y continuaré luchando.”
Hola. Te saluda Luis Enrique Cam
La llamada guerra del Guano y el Salitre que enfrentó al Perú y Chile es considerada como la peor crisis que ha sufrido la nación peruana en toda su historia republicana. Las derrotas militares, la penuria económica, la destrucción de casi todas las capacidades productivas y las luchas intestinas entre los que debían defender a la patria, empujaron al país al filo del abismo.
El Perú parecía estar condenado a ser engullido por el invasor del sur.
Si eso no sucedió, si el Perú se mantuvo de pie en las aciagas horas de infortunio, fue por la tenaz resistencia de un hombre que supo aglutinar a los mestizos e indígenas de los andes peruanos para formar un ejército de indómita voluntad. El genio militar de la campaña de la Breña: don Andrés Avelino Cáceres Dorregaray.
PADRÓN: - Mariscal Cáceres, la casa se ve muy bien acondicionada.
CÁCERES: - Teniente Padrón, para un soldado como yo, vivir aquí es como estar entre algodones. A mi vejez usted me quiere convertir en un burgués.
PADRÓN: - Señor Mariscal, es necesario que descanse para que pueda recuperar la salud.
CÁCERES: - ¡Estimado Pedro! ¿Recuperar la salud? A mis 86 años no recuerdo que por falta de salud haya dejado de cumplir con mi deber.
PADRÓN: - De eso no tengo la menor duda señor Mariscal.
CÁCERES: - En la toma de Arequipa bajo el comando de Ramón Castilla resulté gravemente herido, eso no impidió que cumpliera la misión de expulsar a los parapetados en la iglesia de Santa Marta.
PADRÓN: - Lo dieron por muerto señor Mariscal.
CÁCERES: - La bala me hirió en el parpado izquierdo y salió por la oreja.
PADRÓN: - Los encargados de recoger los cadáveres después de la batalla se dieron cuenta de que usted estaba vivo.
CÁCERES: - Mis compañeros de armas me empezaron a llamar “el tuerto” por la lesión del parpado… Luego vino la guerra con Ecuador.
PADRÓN: - La herida no tuvo tiempo de cerrar, señor Mariscal.
CÁCERES: - Fue por eso que el presidente Castilla me envío como adjunto a la Legación del Perú en París. Para que los médicos franceses me curaran el ojo.
PADRÓN: - Lo hicieron muy bien señor Mariscal. Le salvaron la vista.
CÁCERES: - Yo aproveché para leer sobre las nuevas tácticas de infantería que estaban en pleno desarrollo en Francia.
PADRÓN: - …Y que bien aplicó usted durante toda su carrera militar.
A su regreso de Europa, Cáceres estuvo al mando del fuerte Ayacucho en el combate del 2 de mayo de 1866.
La flota española fondeada en la isla de san Lorenzo pretendía recuperar sus antiguos dominios atacando el puerto del Callao.
Después de intensos cañonazos entre los buques atacantes y las baterías defensoras, la escuadra española sufrió la baja de algunos de sus navíos por lo que tuvo que retirarse derrotada.
Según los documentos oficiales, Cáceres tuvo una actividad “cargada de gran energía y decisión”. El fuerte Ayacucho, bajo su mando, puso fuera de combate a las fragatas españolas La Villa de Madrid y La Berenguela.
Con esta victoria, el Perú selló definitivamente la independencia sudamericana.
CARTERO: - Buenos días. Correspondencia para el Mariscal Cáceres.
PADRÓN: - Gracias.
CARTERO: - Firme aquí por favor.
PADRÓN: - Mariscal Cáceres. La imprenta ha enviado el manuscrito de sus memorias de la guerra del 79.
CÁCERES: - Gracias Teniente Padrón. Aquí tendremos tiempo de revisarlo. Han pasado más de 40 años de la infausta guerra y todavía puedo recordar cada detalle como si hubiese sucedido ayer.
PADRÓN: - Usted encarnó la esperanza del país ante el implacable invasor.
CÁCERES: - El destino quiso que estuviera presente desde el inicio hasta el final de la contienda. Presencié el combate de Iquique desde el alto de Molle con mi batallón Zepita. Fuimos testigos de cómo el Huáscar hundió a la Esmeralda con tres espolonazos. Luego hicimos nutrido fuego de fusilería a la Covadonga que se ensañó con los náufragos de la Independencia que había encallado a la altura de Punta Gruesa.
PADRÓN: - Perdido el Huáscar en Angamos empezaría la campaña terrestre.
CÁCERES: - En aquel primer periodo de lucha combatí en cinco grandes batallas campales: San Francisco, Tarapacá, el Alto de la Alianza, San Juan y Miraflores.
PADRÓN: - Tarapacá, la gloria de nuestra infantería.
CÁCERES: - En Tarapacá los chilenos nos quisieron sorprender en el fondo del estrecho valle, pero los sorprendidos resultaron ser ellos. No se imaginaron que los bravos del Zepita treparían la pendiente tan rápido hasta llegar a la meseta. Allí los enfrentamos. Avanzando sin retroceder hasta apoderarnos de su artillería.
PADRÓN: - Luego vendría el desmembramiento de Tacna, Arica y Tarapacá.
CÁCERES: - Con los territorios del sur ocupados y el mar a su disposición, los chilenos tenían el camino libre para asaltar la capital.
PADRÓN: - Los invasores pensaron que tomando Lima conseguirían la rendición con sesión de territorio.
CÁCERES: - Se equivocaron. La rendición no era una opción. Fui herido en la batalla de Miraflores con dos balas en la pierna. Los jesuitas me ocultaron en su convento de Lima hasta mi recuperación. Luego de algunas semanas pude trasladarme al valle del Mantaro y recorrer los pueblos, comarcas y haciendas para juntar tropas, adiestrarlas, reunir armamento... se había iniciado “La campaña de la Breña”.
PADRÓN: - Los indios y mestizos de los Andes lo escuchaban en su propio idioma. Lo llamaban “taita” Usted fue como un padre para ellos.
CÁCERES: - Fueron el rostro más valeroso del soldado peruano. Hicimos marchas interminables, extenuantes, por cerros, desfiladeros y quebradas.
PADRÓN: - Los chilenos no estaban preparados para una guerra entre los abismos de las montañas.
CÁCERES: - La estrategia fue desgastarlos con una guerra de guerrillas. Nuestras tropas debían estar en continuo movimiento.
PADRÓN: - Gracias a su conocimiento de los caminos de la sierra el enemigo lo llamó “El Brujo de los Andes”.
CÁCERES: - La intrincada cordillera fue nuestra mejor aliada. Y por la bravura de nuestros guerreros obtuvimos victorias en Pucará, Marcavalle y Concepción.
PADRÓN: - Hasta el desastre de Huamachuco…
CÁCERES: - Después de cinco horas de combate la victoria parecía inclinarse a nuestro favor en Huamachuco, pero en esos instantes, cuando nuestros batallones estaban a punto de romper la línea enemiga, los fuegos de fusilería empezaron a debilitarse.
PADRÓN: - Faltaron las municiones…
CÁCERES: - Los chilenos lo advirtieron y reaccionaron con un feroz contraataque.
PADRÓN: - Sin municiones la lucha sería con las bayonetas y culatas de los rifles...
CÁCERES: - Yo me lancé con mi escolta a contener a los dispersos, pero lejos de lograrlo fui atacado por la infantería chilena. Completamente solo, me abrí paso entre el enemigo y pude alejarme rápidamente gracias a la agilidad de mi caballo, el Elegante, que así se llamaba.
PADRÓN: - Luego de Huamachuco, usted escribió una proclama manifestando su voluntad de continuar la lucha contra el invasor.
CÁCERES: - En Tarma contábamos con 100 hombres que servirían de núcleo para formar un nuevo ejército de resistencia…
Chile había logrado derrotar al grueso del ejército peruano y ocupar numerosas provincias del país, sin embargo, Cáceres fue un férreo opositor a cualquier acuerdo que admitiera alguna entrega de territorio.
El general Miguel Iglesias, quien se había hecho del gobierno con el apoyo de las fuerzas chilenas, firmó la paz entregando a perpetuidad Tarapacá y cediendo por diez años las provincias de Tacna y Arica que luego serían sometidas a un plebiscito.
Cáceres había instalado su cuartel general en Huancayo cuando recibió la visita del doctor Diego Armstrong, secretario del jefe de la ocupación chilena, Patricio Lynch.
ARMSTRONG: - General Cáceres, dadas las circunstancias por todos conocidas no le queda más que reconocer al gobierno del general Iglesias.
CÁCERES: - Doctor Armstrong, yo seguiré luchando hasta que el Perú vuelva a tener un gobierno elegido por la libre voluntad de los pueblos.
ARMSTRONG: - General Cáceres, usted debería reconocer el Tratado de Ancón firmado por el general Iglesias. Opinar lo contrario es ir contra el sentido común.
CÁCERES: - “Doctor Armstrong: El gobierno chileno ha conseguido todo lo que ha querido; ahora debe retirar sus tropas para dejar libre al Perú, a no ser que pretenda dominarlo con la fuerza, lo cual no conseguirá, salvo el caso de que convierta al país en un cementerio; pues mientras me quede un hombre con su rejón, flameará en alguna puna el pabellón nacional y continuaré luchando”.
Cáceres, quien nunca se rindió, no tuvo más remedio que reconocer el tratado de Ancón como un hecho consumado. Sin embargo, no reconoció al gobierno de Manuel Iglesias a quien derrocaría dos años después para emprender la abrumadora tarea de reconstruir al Perú devastado por la pesadilla de la guerra.
Andrés Avelino Cáceres es el paradigma del coraje y la dignidad. Con su ejemplo nos enseñó qué para defender a la Patria, la rendición no es una opción. Sus restos reposan hoy, junto a sus compañeros de armas, en la Cripta de los Héroes del cementerio Presbítero Maestro.
Soy Luis Enrique Cam y esto fue DICHO EN EL PERÚ. Escucha otros episodios en www.dichoenelperu.pe o síguenos en nuestros canales de Spotify y Youtube.
“Mientras me quede un hombre con su rejón, flameará en alguna puna el pabellón nacional y continuaré luchando”
Guion y dirección
Luis Enrique Cam
Interpretaron en este episodio:
- Oswaldo Álvarez
- Cristóbal Paz
- Jhon Ramos (Quechua)
- Juan Carlos Oganes