CUARTA TEMPORADA
TERCER CAPÍTULO
Mercedes Eléspuru Laso, el 9 de agosto de 1876
“Cuántas veces habrán maldecido sus doctrinas los partidarios de la ignorancia de la mujer, al contemplar las obras de su inteligencia.”
Hola. Te saluda Luis Enrique Cam
María de las Mercedes Eléspuru Laso nació en Lima el 27 de septiembre de 1843. Fue hija del general del ejército Juan Norberto Eléspuru Martínez y de doña Juana Laso de los Ríos. Tuvo seis hermanos y fue sobrina del afamado pintor peruano Francisco Laso.
El ambiente culto en el que vivió Mercedes, permitió que desarrollara sus cualidades como escritora tanto en prosa como en verso.
Colaboradora de los semanarios “El Correo del Perú”, “La Alborada” y “El Álbum”, publicó artículos que abordaron diversas áreas del pensamiento, la reivindicación de la mujer, costumbres de la ciudad y algunas memorias de infancia.
Entre estas últimas está el relato titulado “La cuchara”, publicado el 26 de diciembre de 1875, en el que la autora recuerda las lecciones que le dio su tío Francisco Laso sobre la discreción y el sentido común que se debe guardar antes de hablar en público.
MERCEDES: “Muy pocas personas habrá en esta tres veces coronada Lima, que no haya conocido personalmente, ya como artista, ya como escritor, al talentoso Francisco Laso, con quien, por fortuna, me ligaban estrechos vínculos de parentesco.
Cuando mi tío Francisco, después de algunos años, regresó de Europa, estaba yo muy niña, y tenía todos los defectos de una muchacha engreída, y, sobre todo, aquel que tanto nos adjudican a las limeñas, el de ser muy habladora. Me gustaba dar mi parecer en todas las conversaciones; y esto le llamó la atención a mi tío que trató de corregirme.”
Mamá: - Acabo de comprar estas CORTINAS.
Tía: - Qué buena calidad tienen.
Mercedes (niña): - Yo creo que las telas de lino son mejores en colores que en blanco. Especialmente en azul, que contrasta con el cielo gris de Lima…
FRANCISCO: - Mercedes, es preciso que cuando hablen las personas mayores, no tomes absolutamente parte siempre en todo, es más elegante intervenir cuando te pregunten. Espero que no lo vuelvas a hacer.
MERCEDES: “En los primeros días no hice caso a su consejo. Era tan duro para mí no hablar, y como no faltaba una que otra de esas señoras antiguas, que me decía”
SEÑORA: - “Ese expresar de mi Mercedes me encanta”
MERCEDES: “Pues no tenía valor para sacrificar mis palabras por una sola reprensión. Pero él, que se había propuesto desterrar de mí ese defecto, no desmayó con mi desobediencia. Insistió en ello, y por segunda vez me volvió a decir”
FRANCISCO: - Lo que tú haces es meter la cuchara en todo, y no hay nada que desagrade tanto como el que las personas metan su cucharita donde no deben. Si no lo haces en seis meses, te ofrezco hacerte un retrato.
MERCEDES: “En los primeros momentos la idea del retrato fue lo que más me fascinó, como que la vanidad es lo primero que domina, cuando falta la reflexión, y la esperanza de verme reproducida, me encantaba tanto, que solo a ella podía hacer sacrificio tan inmenso. Firmé pues el contrato con muy buena voluntad. Pero como no es extraño que se falte a los contratos después de firmados, pasando algunos días se me fue haciendo pesada la obediencia al convenio, y cediendo a esa siempre fatal debilidad humana, empecé a faltar casi en todo. Entonces le tocó su turno a la cuchara.
En la mesa, donde se reunía, toda la familia, era generalmente más animada la conversación, y precisamente entonces era cuando más me complacía en hablar. Pero mi tío Pancho, que así lo llamaba yo, me mostraba una cucharita y me decía…”
FRANCISCO: - Mercedes, ¿te acuerdas lo que te he dicho?
MERCEDES: “Entonces yo reconocía mi falta, y quedaba extasiada mirando esa cucharita, que me evitaba decir un disparate, sino que al mismo tiempo era el símbolo de mi desobediencia.
Lo mismo sucedía a la hora del té o en el salón, y cuando no tenía la cuchara a la mano, me decía…”
FRANCISCO: - “Será preciso que traiga lo que tú sabes.”
MERCEDES: “Por fin la cucharita llegó a tener tal dominio en mí y me horrorizaba tanto que siempre la miraba como la vara mágica que me contenía. La presencia de una víbora no me habría hecho el efecto que una cuchara, siendo así que ésta para otros era un objeto de placer, mientras para mí era tan solo de malacrianza y vergüenza.
Después que hube avanzado en años (que no los diré porque hoy la costumbre es no decirlos) y he tenido reflexión, he pensado que, si la cucharita pudiera hacer el mismo efecto en las personas adultas, cuántos bienes haría, y cuántos males podría evitar. Por ejemplo: si se llevara una cucharita al Congreso, y cuando alguno fuera a decir un disparate se le enseñara, y se le pudiera contener: ¡Cuánto bien se le haría al país!
Soy, pues, de la opinión que se tenga colgada una cucharita, o que se lleve en los salones, en el palacio, en los ministerios, en la universidad, en el teatro, en todas partes, en fin, que se puedan evitar hacer o decir algunos disparates.
Con más gusto y orgullo que una condecoración se llevaría entonces una cucharita, y en los colegios la adoptarían como la medida más eficaz de corrección, reemplazando, por supuesto, ventajosamente a la palmeta.
Perdónenme, pues, la recomendación que hago de la cucharita, y sobre todo, porque al recordarla, cumplo con un deber de gratitud; pues, merced a ella, algo he corregido en parte el vicio que tanto detestaba mi tío Pancho.”
Mercedes Eléspuru participó de las exclusivas veladas literarias organizadas por la escritora argentina Juana Manuela Gorriti a donde acudían los artistas e intelectuales de la ciudad.
En la velada del 9 de agosto de 1876, Mercedes dio lectura a un artículo en favor de la educación de la mujer que sorprendió e incomodó a más de uno de los asistentes…
MERCEDES: “Por desgracia hay muchos que santamente opinan que toda la ciencia de la mujer debe estar en la cocina, y sus armas las agujas y las tijeras. Vemos todavía que sigue reducida la misión de la mujer principalmente a la olla y a la batea, a las medias y a la escoba.
Pregunten a algunos individuos si reconocen la necesidad de la instrucción de la mujer, pregúntenles para que escuchen éstas o las otras expresiones. Cuántas veces habrán maldecido sus doctrinas los partidarios de la ignorancia de la mujer, al contemplar las obras de su inteligencia.
Desearía que, así como hay escuelas donde los hombres de distintas edades y condiciones aprenden un arte o un oficio, hubiera planteles con el mismo objeto para la mujer.
Ilustrad debidamente a la mujer; y entonces ella no solo será un verdadero ángel del hogar; sino también una estrella en el cielo de la patria.”
El artículo fue publicado días después en el periódico “El Nacional” con el título “La instrucción de la mujer” y fue parte de los discursos seleccionados en el libro “Veladas literarias de Lima” editado en Buenos Aires por Juana Manuela Gorriti.
A pesar del prestigio intelectual y de sus artículos en defensa de la educación femenina, la obra de Mercedes Eléspuru Laso es aún desconocida.
Los principales diccionarios temáticos y enciclopedias de Historia del Perú, no la consideran en sus índices.
La divulgación de su obra es una tarea aún pendiente.
Soy Luis Enrique Cam y esto fue Dicho en el Perú. Escucha otros episodios en www.dichoenelperu.pe o síguenos en nuestros canales de Spotify o Youtube.
“Cuántas veces habrán maldecido sus doctrinas los partidarios de la ignorancia de la mujer, al contemplar las obras de su inteligencia.”
Guion y dirección
LUIS ENRIQUE CAM
Interpretaciones
CRISTÓBAL PAZ
MAGALI LUQUE
OSWALDO ÁLVAREZ
Bibliografía:
Graciela Batticuore “El taller de la escritora. Veladas literarias de Juana Manuela Gorriti: Lima - Buenos Aires”. (1999) Editorial Beatriz Viterbo Editora, Rosario.
Manuel Zanutelli Rosas “Mujeres peruanas en la literatura del Siglo XIX”. (2018) Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima.