SEXTA TEMPORADA


SEGUNDO CAPÍTULO


Julio Ramón Ribeyro en Dichos de Luder en 1989.
“No hay que buscar la palabra más justa, ni la palabra más bella, ni la palabra más rara. Busca solamente tu propia palabra.”

Hola. Te saluda Luis Enrique Cam

Julio Ramón Ribeyro Zúñiga es el escritor de cuentos más importante del Perú. Nació en Lima el 31 de agosto de 1929. Fue el menor de cuatro hermanos, dos varones y dos mujeres. Estudio Letras y Derecho en la Universidad Católica del Perú. Fue descendiente de una familia de intelectuales. Así, tuvo como ancestros a un tatarabuelo y bisabuelo que ocuparon exactamente los mismos cargos de rector de la Universidad de San Marcos, presidente de la Corte Superior de Justicia y Ministro de Relaciones Exteriores.

De carácter tímido y reservado se declaraba incapaz para la vida social. En su diario personal: La Tentación del Fracaso recuerda sus primeros años en el barrio de Santa Cruz en Miraflores:

Ribeyro: - “Si me remonto a los años de mi infancia descubro aterrado que mi reserva y hermetismo son tan antiguos como mi uso de razón. Ya en el colegio, a la edad de ocho años, huí de grupos, los profesores, los condiscípulos, las mujeres. Recuerdo que cuando regresábamos del colegio por la avenida Pardo yo no veía las horas de llegar a la avenida Espinar porque allí podría separarme del resto de mis camaradas. Mientras todos hablaban y reían yo miraba adelante buscando la pila aquella donde nos despedíamos. ¡Qué alivio cuando faltaban cien metros! Mi hermano, en cambio, se comunicaba mejor con los demás muchachos. Yo había delegado tácitamente en él mis derechos en la conversación y en su presencia jamás abría la boca.”

Ribeyro era un agudo observador con un gran sentido del humor y auto ironía. Sabía reírse de sí mismo. Desde chico ya soñaba con ser un gran escritor…

Ribeyro: - Cuando tenía doce años me decía: algún día seré grande, fumaré y me pasaré las noches en un escritorio, escribiendo. Ahora soy ya un hombre, estoy fumando, sentado en mi escritorio, escribiendo, y me digo: cuando tenía doce años era un perfecto imbécil…

Una gran influencia en su vocación literaria la encontró en su padre a quien Ribeyro consideraba su maestro, por su alto grado de instrucción, que consiguió por sí mismo y por su fineza espiritual. Gracias a él, los Ribeyro Zúñiga cultivaron el gusto por la lectura y la música clásica…

Ribeyro: - ¿Papá me das propina? Es fin de semana…

Papá: - Jajaja las propinas se dan a libre voluntad no porque haya terminado la semana Julio Ramón… y dime ¿Qué harás con el dinero?

Ribeyro: - Quiero comprar un libro para leer en mi tiempo libre, después de clases.

Papá: - Me parece una muy buena inversión Julito. Pero ¿qué libro? ¿De qué autor?

Ribeyro: - mmm… no lo sé pensaba ir a la librería y ver qué hay…

Papá: -Déjame darte un consejo Julio Ramón antes de que compres el libro y puedas elegir bien: “tú sabes que hay un escritor mejor que Dumas y que se llama Balzac. Y hay un escritor mejor que Balzac y se llama Flaubert. Y un escritor mejor que Flaubert, y que se llama Stendhal, y un escritor mejor que Stendhal, que se llama Proust”.

Ribeyro: - Mmm… Tendré que empezar por Dumas entonces para saber si tienes razón…

Papá: - Jajaja sabia decisión hijo, dame un abrazo.

Julio Eduardo Ribeyro, padre de Julio Ramón, falleció de tuberculosis a los 48 años de edad…

Ribeyro: - “La muerte de mi padre que ocurrió cuando yo tenía quince años ha dejado en mí un sentimiento de intermitente orfandad, de desamparo. El padre es un punto de referencia, frente al cual uno se define por negación o por afirmación y cuando este punto desaparece uno está condenado a ir siempre un poco a la deriva”

De una prosa ágil y directa, sencilla y magistral a la vez, los personajes de Julio Ramón Ribeyro son a veces cínicos por no tomarse en serio las cosas y burlarse de los grandes ideales. A pesar de los infortunios que sufrían los protagonistas de sus relatos, al final siempre se encuentra el humor, la ironía. La frustración y el chasco tragicómico son constantes en su obra.

Amante de la bohemia frecuentaba la Casona de San Marcos para hacer amigos y conservar luego con ellos en los bares. De ese grupo eran Washington Delgado, Carlos Eduardo Zavaleta, Alejandro Romualdo, Francisco Bendezú, Pablo Macera, Carlos Germán Belli, entre otros.

En 1952 viajó a España gracias a una beca del Instituto de Cultura Hispánica para estudiar periodismo. Luego se trasladó a Francia, Alemania y Bélgica. Contrajo matrimonio con Alida Cordero en 1966 con quien tuvo solo un hijo: Julio.

Sus libros de cuentos son “Los gallinazos sin plumas” en 1955, “Cuentos de circunstancias” en 1958, “Tres historias sublevantes” y “Las botellas y los hombres” ambas en 1964 y “Solo para fumadores” en 1987. Estas obras más otros relatos fueron reunidos en cuatro volúmenes de “La palabra del mudo”.

Sus tres novelas son “Crónica de San Gabriel” en 1960, “Los geniecillos dominicales” en 1965 y “Cambio de Guardia” en 1960.

Ribeyro: - Mis relatos, en un lenguaje estadístico, contienen 80 por ciento de realismo y 20 por ciento de imaginación. Al decir realismo quiero decir experiencias propias o ajenas directamente contadas por sus protagonistas al escritor.

Otros textos breves se incluyeron en “Prosas apátridas” en 1975 y “Dichos de Luder” en 1989.

Ribeyro: - “No hay que buscar la palabra más justa, ni la palabra más bella, ni la palabra más rara. Busca solamente tu propia palabra.”

Los primeros años en Europa fueron muy difíciles para Ribeyro. Luego de su exigua beca en Madrid se mudó a París.

Incapaz de pagar la estadía en el hotelito en el que vivía y apunto de ser expulsado, el dueño le ofreció quedarse como portero. Tuvo que emplearse como recolector de periódicos viejos, cargador de estación ferroviaria, repartidor de volantes. Sin embargo, aunque tuviera que vender sus libros, nunca dejó de mantener su vicio por el tabaco. Ribeyro aseguraba que no podía vivir sin escribir y para ello era necesario tener un cigarrillo entre los dedos.

Ribeyro: - A partir de cierto momento mi historia se confunde con la historia de mis cigarrillos.

Su problema de adicción le provocó dos operaciones por cáncer. De estas experiencias escribe su cuento autobiográfico “Solo para fumadores”

Ribeyro: - “Me desperté siete horas más tarde cortado como una res y cosido como una muñeca de trapo. Tubos, sondas y agujas me salían por todos los orificios del cuerpo. Me habían sacado parte del duodeno, casi todo el estómago y buena parte del esófago”.

Su curación la atribuye a su otra adicción, la devoción a San Martín de Porres.

Ribeyro: - Yo creo que fue un milagro de fray Martín de Porres. Yo siempre tengo una estampita suya en mi mesa de noche. Tengo una portátil que llevo siempre a todos mis viajes.

Periodista: - Don Julio ¿qué le dejó la vida?

Ribeyro: - Haber hecho lo que me gustaba. A pesar de que he tenido contratiempos y dificultades, pero lo que me gustaba era escribir, mal o bien, para publicar o no, sentía que hacía lo que sabía hacer.

Julio Ramón Ribeyro trabajó como periodista en París en la France Presse. Fue embajador del Perú ante la Unesco y ministro consejero cultural de la embajada del Perú en Francia. Fue condecorado con la Orden del Sol y recibió el premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo en 1994. Falleció el 4 de diciembre de 1994 en el instituto de enfermedades neoplásicas de Lima.

Soy Luis Enrique Cam y esto fue Dicho en el Perú. Escucha otros episodios en www.DichoenelPerú.pe o síguenos en nuestros canales de Spotify y Youtube.

“No hay que buscar la palabra más justa, ni la palabra más bella, ni la palabra más rara. Busca solamente tu propia palabra.”


GUION Y DIRECCIÓN:

Luis Enrique Cam

CARACTERIZACIONES:

Oswaldo Álvarez

Cristóbal Paz

BIBLIOGRAFÍA

- COÁGUILA, Jorge (2018) Ribeyro, la palabra inmortal. Cuarta edición. Revuelta Editores, Lima.

- CHONG, David (1997) El hombre en Julio Ramón Ribeyro, una propuesta de antropología literaria. Tesis doctoral. Universidad de Navarra, Pamplona.

- RIBEYRO, Julio Ramón (2018) La palabra del mudo (I). Seix Barral, Lima.

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