PRIMERA TEMPORADA


QUINTO CAPÍTULO


Atahualpa, el 16 de noviembre de 1532.
“Usos son de la guerra el vencer o ser vencido.”

Hola te saluda Luis Enrique Cam.

La primera ciudad que fundaron los españoles en su conquista del imperio incaico fue San Miguel de Tangarará. Asentamiento ubicado a la margen derecha del río Chira. Tangarará, tierra de frondosos árboles frutales, era un curacazgo poblado por indios Tallanes.

En un inicio, los tallanes habían recibido amigablemente a “los barbudos vestidos de hierro” llegados desde el mar. Seres que utilizaban cuchillos largos que guardaban en estuches de cuero y que se movían montados en cuadrúpedos gigantes. Los tallanes creían que una legión de dioses había surgido del mar y que “el mayor de ellos”, es decir, PIZARRO, era el divino Viracocha, fundamento de todo lo excelente y hacedor del universo.

HERNANDO: - Hermano, el curaca tallán no deja de hablar de la riqueza de grandes pueblos hacia el sur y de una espléndida ciudad llamada Cusco donde reside el amo de este imperio…

PIZARRO: - Así es Hernando, “Huáscar” es el nombre del legítimo inca…

HERNANDO: - Huáscar, eso dijo. Informó que su hermano Atabalipa o Atahualpa no lo reconoce como su emperador. Atahualpa tiene el apoyo de los ejércitos de Quito y ha derrotado cruelmente a las tropas de su hermano en el Cusco.

PIZARRO: - Una usual guerra fratricida…

HERNANDO: - El curaca dice que Atahualpa mora por estos días en Cajamarca. Una ciudad hacia las montañas del levante…

PIZARRO: - Qué interesante lo que me dices…¿cuántos infantes Y jinetes están en condiciones de llegar a Cajamarca?

HERNANDO: - Poco más de 60 jinetes y 100 infantes…

PIZARRO: - Qué estén preparados para partir al alba. Es nuestra oportunidad para capturar al inca usurpador. Teniéndolo como rehén, sus ejércitos no sabrán que hacer y se dispersarán.

HERNANDO: - Así se hará hermano.

PIZARRO: - Llevemos a Martinillo y Felipillo como intérpretes. Nos serán de mucha utilidad.

Después de más de 50 días de fatigosa marcha atravesando la cordillera, Pizarro y sus soldados avistaron finalmente Cajamarca. La ciudad, construida de piedra, tenía una plaza tan grande como ninguna de las que habían conocido en toda España.

Pero para sorpresa de los castellanos, la ciudad se encontraba abandonada…

HERNANDO: - ¿Será una celada hermano? ¿Abandonar la plaza sin ninguna resistencia?

PIZARRO: - Lo que está claro es que Atahualpa desea que entremos en la ciudad. Bien, aseguremos que no seremos emboscados. ¡Que ningún jinete desmonte! Exploradores a reconocimiento.

DE SOTO: - ¡Exploradores a reconocimiento!

Recorridas todas las casas y calles, era seguro que la ciudad estaba desierta. Pizarro ordenó entonces ocuparla y prepararla como fortín.

PIZARRO: - Descargad pertrechos. Candia aproveche aquella torre para ubicar las piezas de artillería.

CANDIA: - Comprendido gobernador. “Vosotros ¡moved los falconetes y las balas! Subidlas a la torre.

SOLDADO 1: - Ya escuchasteis. Moved esas nalgas.

SOLDADO 2: - Esto parece una ciudad fantasma.

EXPLORADOR: - Gobernador, acabamos de avistar el campamento del inca a una legua…

PIZARRO: - ¿Cómo se llama aquel lugar Martinillo?

MARTINILLO: - Se llama Pultumarca señor Gobernador. Significa “lugar cubierto por habas”.

EXPLORADOR: - Hemos calculado unos doscientos guerreros por cada uno de nosotros Gobernador.

PIZARRO: - Bien, este Atahualpa es más astuto de lo que pensaba. Nos deja en la incertidumbre sobre sus intenciones… De Soto, tome veinte jinetes y dígale al Inca que me honraría mucho cenar con él esta misma noche.

DE SOTO: - Comprendido gobernador…

PIZARRO: - Un momento. Llévele como muestra de nuestra buena voluntad esta copa de cristal de Venecia y esta camisa blanca bordada en Castilla.

DE SOTO: - Obsequios muy finos, Gobernador.

PIZARRO: - Veremos si nos resultan útiles De Soto. ¡Ah! por ningún motivo utilicen sus armas. Eso le haría sospechar de la emboscada que le daremos cuando venga.

DE SOTO: - Descuide señor gobernador. Iremos como mansas palomas…

PIZARRO: - Vas a necesitar un intérprete. Llévate a Felipillo.

DE SOTO: - De acuerdo Gobernador. ¡Galopeee!

Los obsequios de Pizarro no sorprendieron a Atahualpa, sin embargo, aceptó la invitación para parlamentar, pero no esa noche. El Señor del Tahuantinsuyo no estaba dispuesto a recibir órdenes de los cristianos. Él iría al día siguiente porque estaba seguro que los barbudos se rendirían cuando vieran a los 20 mil soldados imperiales que lo acompañarían a la cita…

Esa noche fue larguísima para las huestes de Pizarro. Ninguno pudo conciliar el sueño aterrados por el frío y la angustia de no saber con qué armas vendrían los escuadrones de Atahualpa.

SOLDADO 1: - ¿Cuántos infantes crees que vendrán mañana?

SOLDADO 2: - - Solo espero que no busquen venganza por todo lo que hemos ido arrebatando en los poblados…

A media mañana del día siguiente los centinelas anunciaron la llegada del inca…

CENTINELA 1: - ¡400 guerreros a vanguardia de séquito!

CENTINELA 2: - ¡Seis mil guerreros a retaguardia!

Pizarro ordenó a sus tres escuadrones de caballería que se escondieran en galpones ubicados estratégicamente alrededor de la plaza. La señal de ataque sería un tiro de arcabuz. Los artilleros comandados por el griego Pedro de Candia se encargarían de cortar cualquier refuerzo que pudiera venir del exterior. Francisco Pizarro comandaría a la infantería que iría a capturar al inca fratricida.

Atahualpa ingresó en la inmensa plaza desierta sentado en una litera adornada de oro, plata y plumas de guacamayo. Lo acompañaban músicos y danzantes de coloridos atuendos. Atahualpa llevaba en su cabeza una borla colorada, la mascaipacha, símbolo de su poder. Los guerreros vestían corazas relucientes y coronas de oro, pero no llevaban armas ostentosas confiados en su mayor número.

Atahualpa ordenó que detuvieran el anda en medio de la plaza.

Y preguntó ¿dónde se encontraban los barbudos?

Pizarro envió al dominico Fray Vicente de Valverde y al intérprete tallán Martinillo con el requerimiento formal para que Atahualpa se hiciera cristiano y súbdito del rey de España.

FRAY VICENTE: - Las sagradas escrituras nos enseñan que hay un solo Dios, creador del universo y de todo lo existente en la tierra…

La respuesta de Atahualpa, sin mirar nunca a los ojos del desconcertado dominico, fue que los españoles devolviesen todo lo que habían hurtado desde que llegaron a sus dominios y que nadie tenía autoridad para decirle al hijo del sol lo que tenía que hacer. Los barbudos se tenían que ir por bellacos y ladrones de lo contrario él los mataría a todos.

Valverde intentó calmarlo explicándole sobre el Papa y del emperador de España…

Atahualpa preguntó cuál era el fundamento de todo lo que decía. Entonces fray Valverde le acercó la biblia que llevaba en la mano. Martinillo tradujo que el libro era como un gran quipu que usaban los cristianos…

Y sin que significara nada para el monarca aquel objeto de hojas con letras impresas lo arrojó al suelo y le increpó por el robo de los alimentos y telas que habían cometido los barbudos desde que arribaron a la costa…

Entonces Valverde regresó donde Pizarro y dio cuenta de lo sucedido.

Pizarro que ya tenía el plan trazado empuñó su espada y ordenó dar la señal de ataque.

PIZARRO: ¡Al ataque!! ¡¡¡Por Santiago!!! ¡¡¡AHHH!!!

SOLDADOS: - Santiago!!! ¡Alanceadlos!! ¡¡Alanceadlos a todos!!

El tronar de las modernas armas españolas y el embiste de los corceles cargados de cascabeles, hizo correr despavoridos a las tropas quiteñas, protectoras de Atahualpa, que no pudieron escapar porque las calles habían sido bloqueadas con troncos por las huestes de Pizarro.

Cientos de indios arremolinados, formando pirámides humanas, morían aplastados entre sí.

Como en toda batalla, el factor sorpresa fue decisivo.

CANDIA: ¡Fuego! ¡¡Quiero que todos los falconetes vomiten fuego!!!

Atahualpa confundido por el fuerte ruido de las explosiones y el griterío de los naturales vio desde su tarima como aniquilaban a filo de espada a sus guerreros. El cuadro era apocalíptico.

A pesar de que se había dado la orden de dejar con vida al Inca, el mismo Pizarro tuvo que defenderlo de la furia de sus propios soldados.

PIZARRO: - Detente, al inca no. ¡Ahhh!

Pizarro recibió un corte en el brazo derecho. Luego de la masacre, se contaban unos tres mil cadáveres regados en la plaza. Ninguno de ellos era español. El Señor del Tahuantinsuyo fue tomado como prisionero.

SOLDADO: - No te muevas perro.

Atahualpa tenía la seguridad de que no lo matarían porque había visto cómo el jefe de los barbudos había arriesgado su vida por él.

Esa misma noche, a la luz de antorchas encendidas, Pizarro y el monarca prisionero cenaron juntos.

Pizarro, con la ayuda de Martinillo, trato de animar al inca derrotado.

PIZARRO: - No esté usted triste Atahualpa. A todos los lugares que hemos llegado desde tan lejos hemos hecho amigos y vasallos de nuestro emperador, don Carlos… “por la paz o por la guerra”.

MARTINILLO: - Dice el INGA que no necesita de los consuelos del jefe de los barbudos, que “usos son de la guerra el vencer o ser vencido.”

Pizarro al ver tal majestad en el inca vencido, lo trató con respeto. No le puso grillos ni cadenas en la celda donde lo confinó. Era la noche del 16 de noviembre de 1532.

Guion y dirección: Luis Enrique Cam

Caracterizaciones: Cristóbal Paz, Jhon Ramos, Saturnino Gavilán.

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